
La invitación cursada por la organización de los Juegos Olímpicos a Rousseff es similar a la que recibieron los ex presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, Fernando Henrique Cardoso e Fernando Collor de Mello y José Sarney, según detalló el diario Estadao en una edición reciente. Rousseff está siendo juzgada por el Senado tras haber sido acusada de aprobar gastos sin la autorización del Congreso, lo que podría constituir un crimen de responsabilidad que atañe solo a los funcionarios públicos. Según la Carta Magna, esa infracción puede costarle la destitución definitiva.
No obstante la magnitud de la crisis que llevó a su traumático reemplazo por el vicepresidente Michel Temer, exaliado convertido en enemigo, la economista de 68 años se mostró confiada en que el evento será un éxito. "Están las condiciones para que se desarrollen en un ambiente tranquilo. Las autoridades no deben descansar antes de las Olimpíadas. El Mundial [de fútbol de Brasil 2014] fue un proceso muy intenso del que aprendimos mucho. Organizamos un mundial, una visita papal", dijo, antes de buscar despejar el temor a posibles atentados.

Una comisión del Senado votará el 4 de agosto, 24 horas antes de la ceremonia inaugural, si el proceso debe avanzar o ser archivado, y cinco días después los 81 senadores decidirán si ratifican ese parecer. De hacerlo, habrá una sesión tras el cierre de los Juegos para sellar el destino de Rousseff, que será destituida si al menos 54 de los 81 senadores votan a favor del impeachment. En este caso Temer, que presidirá la apertura de los Juegos, terminará su mandato a fines del 2018.
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